Hace unas semanas trataba de ponerme en lugar de aquellos clientes que preferían la «rapidez» del dato frente a su «exactitud». Sin embargo, hoy no termino de verlo igual. Suelen ser clientes que no les interesa tanto el fuerte despliegue de funcionalidad y la calidad del dato, como que el sistema sea extremadamente ágil y «manipulable», aunque sea muy reducido en funcionalidad. Suele ser un perfil de cliente que no le importa demasiado la integridad de la información, pero sí la versatilidad para manipular el sistema a su antojo. Profesan un rechazo absoluto a las rigideces del sistema.
Este perfil de cliente se caracteriza por una metodología de trabajo propia y fuera de toda buena práctica. Si además, la empresa va bien, más motivo para no cambiar nada, porque claramente se evidencia que la metodología es la correcta. Son en estos casos donde la aportación del sistema ERP y la consultoría puede ofrecer pocas soluciones o mejoras. Los procedimientos de trabajo en el sistema se vienen abajo, los ciclos de los procesos ya no son ciclos sino líneas quebradas con saltos entre ellos. No importa si el proceso va hacia delante o hacia atrás, lo que prima es la capacidad de manipulación de la información en el momento que se quiera y donde se quiera.
Ello no implica que la metodología sea mala o inadecuada, pero sí suele ser frecuentemente poco óptima. Así, no es raro ver como «aguas abajo», la información comienza a debilitarse y hacerse inconsistente. Son entonces otros usuarios los que tienen que intervenir para lograr reunir la consistencia necesaria para el sistema.
El descontento y rechazo con el sistema está garantizado. Los usuarios trabajan más de la cuenta: lo que debía suponer un ahorro de trabajo se torna en procesos muy poco efectivos que obligan a revisar la información constantemente; si el nuevo sistema debería venir a poner un cierto orden, generan más desorden; si el sistema anterior era más versátil, el nuevo es más restrictivo; …
Incluso las mejores prácticas en un sector en un momento determinado, pueden sufrir alteraciones durante el tiempo, no solo para cambiar sino que también incluso para reestructurarlas por completo, y eso finalmente son los usuarios y consultores con una visión diferente, los que podrán generar la tracción necesaria para evolucionar las mejores prácticas. Determinadas personas tienen esa capacidad para ser precursores de las mejores prácticas.
Sin embargo, estas mejores prácticas requieren un largo tiempo y la colaboración de múltiples usuarios. De esta formas se pueden consolidar como referentes óptimos de los procesos. Caer en la tentación de dejarse guiar por nuestro instinto y obviar las buenas prácticas tiene un recorrido corto.
Recibe nuevos artículos mediante suscripción por e-mail, RSS o Feedly |
|