En todos los ámbitos de la vida podemos encontrar gente muy interesada e incapaz de ofrecer la más mínima ayuda a compañeros o amigos, y mucho menos, claro está a desconocidos.
Sin embargo, no todo está perdido, todavía podemos tener esperanza en la Humanidad. Existe gente que de una forma altruista, desinteresada y de forma anónima ayuda a otra gente en dificultades. En el mundo runner no debe ser una excepción y encontramos mucha gente desinteresada ofreciéndote ayuda desde la organización, los avituallamientos, la señalización, etc. Por no decir, los propios corredores que en competición te ofrecen de su propia agua o alimentos, te avisan si vas por la ruta equivocada, o se paran a auxiliarte en un accidente, aunque ello signifique comprometer su objetivo previsto para es carrera.
Hace unos meses aconteció una anécdota que me gustaría compartir.
Me encontraba en una competición donde a mitad de carrera ya me encontraba muy «tocado».
Oía como se acercaban dos corredores a ritmo elevado pero constante hablando con normalidad (indicativo de que su ritmo de competición era más alto y por tanto, en este caso, la estaban realizando a modo de entrenamiento). Me dieron caza y me soltaron:
‘Hemos venido a esta carrera a ayudar a alguien, y te ha tocado a ti. ¿Aceptas la ayuda?’
Les dije que por supuesto, así que me preguntaron cual era mi objetivo.
En esa competición, el año anterior había conseguido ser 3º en mi categoría, así que les dije que mi objetivo era adelantar a dos corredores que tenía por delante de mi que presumía eran de mi categoría (aunque aun así no estaba seguro de si podría hacer podium). Estos dos corredores se pusieron manos a la obra, el primero lo superamos antes de lo previsto y el segundo costó un poco más pero incluso se permitieron establecerme una estrategia psicológica con éste. La estrategia era pegarnos a él durante unos kilómetros y en el último, ellos me ayudarían a realizar un cambio de ritmo que no le permitiera seguirme.
A falta de 2 km yo les pedí que hiciéramos el cambio ya, pues tenía miedo de llegar con el otro corredor demasiado cerca a meta, y así lo hicimos. Tras realizar el cambio de ritmo, para no levantar sospechas, ellos se quedaron tras de mi a unos 100 m, como si fuera yo el líder del grupo. Faltando unos 500 metros, el corredor que había superado se había repuesto y se acercó peligrosamente a mi, así que mis «liebres» tuvieron que recuperar su papel y llevarme hasta meta por delante del otro corredor.
Es evidente que estos corredores «amigos» se habían desplazado a una carrera con el único objetivo de ayudar, al igual que seguramente habían hecho con ellos en alguna otra ocasión. Si todos fuéramos conscientes de estas acciones y nos levantáramos cada día con el objetivo de realizar una única buena acción a un desconocido (o incluso conocido), estoy seguro nos encontraríamos en un mundo mejor.
Recibe nuevos artículos mediante suscripción por e-mail, RSS o Feedly |
|
Un comentario
Pingback: Altruismo runner (y la esperanza no perdida en ...